Preguntas frecuentes
ANSIEDAD
¿Qué es la Ansiedad?
La ansiedad es un proceso natural de activación fisiológica que hace movilizar a los seres humanos y otros animales ante el peligro. A esta respuesta también se la denomina lucha-huida. Así es como el propósito de la ansiedad es preparar nuestro organismo para protegernos luchando o huyendo del peligro u amenaza. Este sistema defensivo, necesario para la vida, se torna un problema cuando la respuesta es desadaptativa. Es decir, si el estímulo no reviste gravedad o no amenaza nuestra vida o integridad psicofísica nos encontramos ante una desadaptación que puede llegar a ser patológica.
Se denomina trastornos de ansiedad a un grupo de afecciones que tienen en común la sintomatología ansiosa física y psicológica. Pero cada trastorno de ansiedad tiene unas características, así también como una génesis particular y un tratamiento adecuado. Por ello es importante determinar que tipo de trastorno de ansiedad se padece
La sintomatología de la ansiedad es muy variada, y depende en gran parte de la biología y características psicosociales de los individuos. Si bien el listado de síntomas es extenso la aparición de tan solo una señal, tanto a nivel físico como psíquico, es con frecuencia causa suficiente de un gran malestar.
¿Cuáles son los trastornos de ansiedad más frecuentes?
Una cuidadosa evaluación permite identificar los diferentes tipos de trastornos y así poder aplicar con más precisión los tratamientos adecuados para cada uno de ellos, aunque no es infrecuente que algunos tipos coincidan en un mismo paciente. Algunos de los principales trastornos de ansiedad son los siguientes:
Fobia específica
Estas personas tienen un miedo intenso y persistente ante (o de manera anticipada) determinados objetos o situaciones “específicas”. Algunos ejemplos son volar en avión, ver sangre, algunos animales, etc.
Fobia social
Estas personas tienen un miedo intenso y persistente cuando se encuentran ante otras personas ya que temen quedar de una forma humillante o vergonzosa ante ellas. Las personas con este trastorno perciben que la gente los juzgará negativamente y frecuentemente tienen la sensación de ser inferiores, diferentes o inaceptables. Muchas veces se preocupan por síntomas como ruborizarse, sudar o temblar ante los demás. En algunas personas este miedo se da en situaciones concretas (por ejemplo, hablar en público o comer en público) y en otras en la mayoría de relaciones sociales.
Crisis de angustia/ataques de pánico
Una crisis de angustia o ataque de pánico es un episodio repentino de miedo muy intenso que se acompaña generalmente de síntomas físicos (por ejemplo taquicardia, palpitaciones, escalofríos, sensación de ahogo, mareo, temblores, etc.) y pensamientos negativos sobre estos síntomas (por ejemplo, miedo a sufrir un infarto, miedo a perder el control, miedo a volverse loco, miedo a desmayarse, miedo a morir). En una crisis de angustia estos síntomas son muy “rápidos”, llegan al máximo de intensidad en unos minutos y duran generalmente menos de una hora. Algunas personas, después de sufrir una crisis de angustia, suelen estar muy preocupadas y notan mucha inseguridad. Cuando alguien tiene crisis de angustia de forma repetida decimos que tiene un trastorno de angustia o de pánico.
Agorafobia
Estas personas tienen miedo a estar en determinados espacios o situaciones, porque perciben que puede ser difícil escapar de ahí o recibir ayuda si tienen una crisis de angustia. O sea, la persona tiene “miedo de tener miedo”. Algunos ejemplos de estos espacios o situaciones temidas son: las multitudes de gente, determinadas tiendas, los trenes, los túneles, cruzar puentes, los ascensores, etc. Algunos pacientes sólo poden realizar estas actividades si van acompañadas de una persona de confianza. La mayoría de veces, el trastorno de angustia y la agorafobia se dan juntas.
Trastorno de ansiedad generalizada
Estas personas son “sufridoras”, es decir, se preocupan por muchas cosas (por ejemplo, la economía doméstica, el trabajo, la familia, la salud, etc.) durante la mayor parte del día y durante muchos meses. Además, estas preocupaciones van acompañadas de otros síntomas físicos, como sentirse inquieto o impaciente, con tensión muscular, con problemas para dormir, incapacidad para relajarse, no poderse concentrar, con mucha fatiga o sentirse en general irritables.
Trastorno obsesivo-compulsivo
Estas personas tienen pensamientos o ideas recurrentes y persistentes que temen (obsesiones) y realizan comportamientos repetitivos o rituales con el intento de controlar el miedo (compulsiones). Estos comportamientos pueden llegar a limitar en gran medida la actividad diaria de la persona que los sufre. Por ejemplo, estas personas pueden estar obsesionadas con la suciedad y lavarse las manos repetidamente, o tener miedo de un ladrón y comprobar repetidamente si la puerta de casa está cerrada. Otros rituales pueden ser la necesidad de revisar cosas repetidamente, tocar objetos o contar. Las personas con un trastorno obsesivo-compulsivo también pueden preocuparse por el orden y la simetría, o tener dificultades para deshacerse de cosas (acumulación de objetos). Aunque la mayoría de personas con esta enfermedad se sorprenden ante lo que les pasa, es posible que algunos adultos y la mayoría de niños no sean conscientes.
Trastorno por estrés postraumático
Este trastorno de ansiedad puede aparecer después de un acontecimiento que es vivido con miedo muy intenso, frecuentemente ligado a sufrir daños físicos graves o ante la amenaza a la vida de uno mismo o de otros (por ejemplo, es común en combatientes de guerra, agresiones, etc). Estas personas se pueden asustar con facilidad, paralizarse en el ámbito afectivo, perder interés para disfrutar, sentirse más irritables o agresivas y evitar situaciones que les recuerden el accidente original. Además, habitualmente reviven el suceso traumático en sus pensamientos durante el día y tienen pesadillas al dormir.
Fuentes ACTAD (Asociación Catalana para el Tratamiento de Ansiedad y Depresión).
ATAQUE AL PÁNICO
¿Qué es el ataque al pánico?
Los ataques de pánico o también llamados crisis de ansiedad son ataques inesperados y espontáneos, de corta duración, con aparición repentina de temor, miedo intenso o terror acompañados de una serie de síntomas físicos.
¿Cuándo una persona sufre ataques de pánico?
Cuando una persona sufre continuos ataques de pánico o una fuerte ansiedad por miedo a tener otro ataque, se dice que sufre un TRASTORNO DE PÁNICO. Como hemos comentado estos ataques son de comienzo repentino y en muchos casos imprevistos, aunque existen situaciones en las que aparecen con más frecuencia, como los lugares cerrados y llenos de gente, los transportes públicos, grandes almacenes y en general en aquellos lugares en los que las vías de escape o salida no son fáciles.
En muchos casos las personas afectadas de un ataque de pánico creen que están sufriendo un ataque cardíaco o temen volverse locos o morir, por lo que es frecuente que acaben dirigiéndose al servicio de urgencias de un hospital.
¿Cuáles son los síntomas?
- Palpitaciones rápidas o violentas.
- Sensación de ahogo o falta de aire.
- Opresión o malestar en el pecho.
- Sensación de inestabilidad, mareos.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Cosquilleo o sensación de entumecimiento en las manos.
- Escalofríos, sofocos.
- Sensación de estar soñando o deformación de la percepción.
- Terror, sentir que algo horrible va a pasar y no se puede evitar.
- Miedo a perder el control o volverse loco o hacer algo que cause a uno vergüenza.
- Miedo a morir o sensación de muerte inminente.
¿Qué puede durar un ataque de pánico?
La duración de un ataque de pánico es variable, oscilando desde pocos minutos hasta una hora. Su frecuencia es también variable, pudiendo repetirse varios ataques en un día o pasar semanas entre uno y otro.
En muchas ocasiones el individuo afectado por un ataque de pánico suele desencadenar ansiedad anticipatoria debido al miedo a que ocurra otro ataque, lo que facilita el que aparezca de nuevo.
DEPRESIÓN
¿Qué es la depresión?
La Depresión es un trastorno afectivo que puede variar desde una bajada del estado de ánimo característica de la vida cotidiana, hasta un síndrome clínico de gravedad y duración prolongada. El término depresión proviene del latín depressio y significa hundimiento. Esta imagen ejemplifica claramente el sentimiento típico de la persona afectada, la de estar hundida con un peso importante sobre su persona.
El afectado posee un sentimiento profundo de tristeza y desánimo, como así también una apatía inusual que le impide disfrutar de aquello que antes le producía satisfacción. Además, la depresión suele estar acompañada de fatiga o cansancio. También son habituales los cambios físicos, la falta de apetito, pérdida del deseo sexual, alteración del sueño, dificultades cognitivas como la pérdida de concentración, de memoria o la dificultad para tomar decisiones. A su vez son habituales los pensamientos derrotistas, la baja autoestima y algunas conductas autodestructivas.
La depresión tiene tratamiento efectivo, pero antes es necesario realizar un buen diagnóstico. Es importante saber si se trata de una depresión mayor, distimia, trastorno bipolar o un proceso de duelo patológico. Vale aclarar que aunque no ocurra en todos los casos, la depresión puede estar asociada a otras psicopatologías, principalmente a los trastornos de ansiedad.
¿Cuáles son los síntomas?
- Sentimientos de tristeza, ansiedad y sensación de vacío persistente.
- Sentimientos de desesperanza y pesimismo.
- Sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo.
- Pérdida de interés o placer en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban, incluyendo la actividad sexual.
- Disminución de energía; fatiga, agotamiento, sensación de estar ralentizado.
- Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones.
- Insomnio, despertar temprano o dormir más de la cuenta –hipersomnia-
- Pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso.
- Pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio.
- Inquietud, irritabilidad.
- Síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otros dolores crónicos.
Fuentes ACTAD (Asociación Catalana para el Tratamiento de Ansiedad y Depresión).
FOBIAS
¿Qué es una fobia?
Una fobia es un tipo de ansiedad que consiste en sentir miedo ante un animal, un objeto, una actividad o una situación particular.
La persona reconoce que su miedo es desproporcionado, pero las circunstancias son superiores a ella. Cuando aparece la fobia, suele notar sudores, palpitaciones, boca seca, sensación de ahogo, mareo, manos agarrotadas, nerviosismo e incluso la impresión de estar a punto de morir.
El miedo a volver a repetir ese nivel de ansiedad hace que las personas traten de evitar las situaciones que lo provocan, lo cual con frecuencia acentúa dicho miedo y retrasa su curación.
Algunas fobias frecuentes son el miedo a los espacios abiertos (agorafobia), a quedar atrapado en algún lugar cerrado sin poder salir (claustrofobia), a los aviones, a hablar en público, a los animales (perros, serpientes), etc.
La mayoría de las fobias desparecen con el tiempo, muchas de ellas sin tratamiento médico.
¿Cuando consultar a su médico de familia?
- Si estas situaciones interfieren en las actividades de su vida diaria.
- Si sus síntomas son muy intensos, ya que suele ser necesaria la ayuda de medicación y, en ocasiones, la de un profesional en salud mental.
¿Qué puede hacer?
- Hable de su problema con familiares o amigos, a veces han tenido experiencias similares y las han superado. Pregunte si alguno de ellos está dispuesto a ayudarle a afrontar su problema.
- En primer lugar, aprenda métodos de relajación y control de la respiración para que cuando se encuentre ante la situación angustiante sepa qué hacer.
- Evite tomar alcohol o medicación que no le haya recomendado su médico.
- Haga una lista de todas las situaciones que le producen miedo y ordénelas según el grado de ansiedad que le causan, de menor a mayor.
- Con la ayuda de su familiar o amigo, expóngase a la situación que le produce menos miedo.
- Cuando empiece a notarse ansioso, ponga en práctica lo aprendido. Respire lentamente y relájese.
- Recuerde que los síntomas que presenta constituyen la respuesta de su cuerpo ante una alarma exagerada. Se le pasará en unos minutos. Con el tiempo las sensaciones serán menos intensas.
- En ocasiones puede ser útil pensar en cosas agradables.
- Repita varias veces su encuentro con el miedo hasta que note que lo ha superado.
- Pase a la siguiente situación de su lista y repita lo anterior.
- Los altibajos son frecuentes, no desista.
- Si los síntomas que presenta son tan intensos que le impiden enfrentarse a la realidad, hágalo con la imaginación. Es decir, piense en las situaciones que le causan miedo e imagínese enfrentándose a ellas exponiéndose primero a la que le provoca menos ansiedad. Por ejemplo: si tiene fobia a viajar en avión podría comenzar por imaginarse haciendo las maletas, después cogiendo un taxi, la llegada al aeropuerto, etc. Siempre ayudado por los ejercicios de relajación y respiración.
- Busque si hay grupos de autoayuda sobre la fobia que usted tiene. Compartir experiencias puede ayudarle.
TRASTORNO BIPOLAR
¿Qué es el trastorno bipolar?
El trastorno bipolar, conocido también como enfermedad maníaco-depresiva, ocasiona inusuales cambios en el temperamento, energía y habilidad de una persona. No se trata de los habituales altos y bajos que suelen presentarse en la vida cotidiana, sino de síntomas más severos. Pueden repercutir en las relaciones personales, en una baja productividad laboral o en el rendimiento escolar e, incluso, inducir al suicidio.
El trastorno bipolar se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo: fases de ánimo elevado o eufórico (manía) y fases de ánimo bajo (depresión). Los cambios de estado de ánimo pueden ser drásticos y rápidos, pero más a menudo son graduales. Cuando una persona está en la fase depresiva del ciclo, puede padecer uno, varios o todos los síntomas del trastorno depresivo. Cuando está en la fase maníaca, la persona puede estar hiperactiva, hablar excesivamente y tener una gran cantidad de energía. Si la manía no se trata adecuadamente puede empeorar y convertirse en un estado psicótico (el paciente pierde temporalmente la conexión con la realidad).
¿Cuáles son los signos y síntomas del episodio maníaco?
- Aumento de la energía, actividad e inquietud
- Temperamento eufórico, inusualmente bueno
- Irritabilidad extrema
- Velocidad de pensamiento y habla, pasando de una idea a otra rápidamente
- Incapacidad para concentrarse
- Poca necesidad de dormir
- Creencias irreales sobre las propias habilidades y capacidades
- Poca capacidad de reflexión
- Gastar dinero en exceso
- Periodo duradero de comportamiento distinto al usual
- Incremento de la energía sexual
- Abuso de drogas, en particular cocaína, alcohol y medicamentos para conciliar el sueño
- Comportamiento provocativo o agresivo.
- Negación de la existencia de un problema.
¿Cuál es el curso de un trastorno Bipolar?
Por lo general, los episodios de manía y depresión se van sucediendo durante la vida del individuo. Entre episodios, la mayoría de personas con trastorno bipolar se encuentran libres de síntomas, aunque un tercio presenta síntomas residuales y un pequeño porcentaje experimenta síntomas crónicos que no remiten a pesar del tratamiento.
En ocasiones, los episodios graves de manía o depresión incluyen síntomas de psicosis (o síntomas psicóticos)
Las personas con trastorno bipolar pueden vivir de forma saludable y productiva siempre que su enfermedad sea tratada de modo efectivo. Sin tratamiento, sin embargo, el curso normal de un trastorno bipolar tiende a empeorar y, con el tiempo, experimentar episodios depresivos y maníacos con mayor frecuencia y gravedad que cuando apareció la enfermedad. En la mayoría de los casos, un tratamiento apropiado puede ayudar en gran manera a reducir la frecuencia y gravedad de los episodios, así como ayudar a las personas que sufren un trastorno bipolar a mantener una buena calidad de vida.
Fuentes ACTAD (Asociación Catalana para el Tratamiento de Ansiedad y Depresión).
TRASTORNO EXPLOSIVO INTERMITENTE
¿Qué es el trastorno explosivo intermitente?
El trastorno explosivo intermitente se encuentra dentro de la categoría de los trastornos del control de los impulsos. Se caracteriza por el fracaso a la hora de resistir los impulsos agresivos, dando como resultado asaltos graves o destrucción seria de propiedades. Ejemplos de este comportamiento incluyen amenazar o herir a otra persona o romper o dañar intencionadamente un objeto del valor.
El grado de agresividad expresado durante un episodio está fuera de proporción respecto a cualquier provocación o estrés situacional. El individuo puede describir los episodios como “ataques” en los que la conducta explosiva está precedida por una sensación de tensión o activación y seguido inmediatamente por una sensación de alivio. A menudo, tras el estallido aparece un arrepentimiento sincero. Más tarde, el individuo puede sentir también remordimiento o vergüenza por su comportamiento.
La mayoría de estas personas son hombres jóvenes y sus historias muestran a menudo accidentes de tráfico frecuentes, infracciones y posiblemente impulsividad sexual. Pueden exhibir una sensibilidad extrema al alcohol.
Este trastorno está rodeado de cierta polémica porque algunos autores creen que es solamente un síntoma de otro trastorno más que un desorden en sí mismo.
Los episodios agresivos no son explicados por ningún otro trastorno psicológico (como el trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad, un trastorno psicótico, un episodio maníaco, un trastorno de la conducta, o un trastorno de déficit de atención con hiperactividad) y no son debidos a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (como una medicación o abuso de drogas) o una enfermedad médica (como un traumatismo craneal o la enfermedad de Alzheimer).
Las personas con un trastorno explosivo intermitente describen a veces impulsos agresivos intensos antes de sus actos agresivos, y no son capaces de resistirse a dichos impulsos, cediendo ante ellos. Los episodios explosivos pueden estar asociados a síntomas afectivos como irritabilidad o rabia, energía creciente y pensamientos que aparecen con gran rapidez, durante los impulsos y los actos agresivos, así como una rápida aparición de un estado de ánimo deprimido y fatiga después de los actos agresivos.
Algunos individuos describen también que sus episodios agresivos van precedidos o acompañados a menudo por síntomas tales como hormigueos, temblores, palpitaciones, opresión en el pecho, presión en la cabeza, o escuchar un eco. Este desorden puede dar lugar a la pérdida del trabajo, a la suspensión en la escuela, al divorcio, a dificultades en las relaciones interpersonales, a accidentes (por ejemplo, de tráfico), a hospitalización debido a lesiones por peleas o accidentes, a problemas financieros, a encarcelamientos o a otros problemas legales.
¿Cuáles son las causas?
La mayoría de casos ocurren cuando el individuo está entre la última adolescencia y el final de la veintena. Hay cierta evidencia de que el neurotransmisor serotonina puede desempeñar un papel en este desorden. Aunque la prevalencia del trastorno explosivo intermitente es desconocida y se considerado raro, es probablemente más común de lo observado y puede ser una causa importante de comportamiento violento.
¿Cuál es el tratamiento?
Es importante que estas personas reconozcan que pierden el control y que necesitan ayuda para aprender a controlar sus impulsos. Una terapia psicológica cognitivo-conductual puede ayudarles a lograr el control de sus impulsos y a transformar esa intensa ira en emociones más controlables y adecuadas. También se ha utilizado terapia farmacológica. Se aconseja a estas personas no utilizar alcohol ni drogas, pues pueden hacer que pierdan el control con más facilidad.
TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD
¿Qué es TLP?
El trastorno límite de la personalidad (abreviado como TLP) o trastorno borderline, también llamado limítrofe o fronterizo, es una enfermedad caracterizada por la dificultad en la regulación de las emociones. Esta dificultad provoca cambios acusados en el estado de ánimo, impulsividad e inestabilidad, problemas de autoimagen, y relaciones interpersonales inestables. Pueden darse intentos frenéticos para evitar situaciones de abandono real o imaginario. El resultado combinado de vivir con TLP puede manifestarse en un comportamiento destructivo, como la autolesión (cortes) o los intentos de suicidio.
Se estima que el 1,6% de la población adulta tiene TLP, pero puede llegar al 5,9%. Casi un 75% de las personas diagnosticadas con TLP son mujeres, pero investigaciones recientes sugieren que el porcentaje de hombres afectados puede igualar al de las mujeres. En el pasado, los hombres con TLP eran a menudo mal diagnosticados con trastorno de estrés postraumático o depresión.
¿Cuáles son las causas?
Las causas del trastorno límite de la personalidad no se conocen completamente, pero los científicos coinciden en que es el resultado de una combinación de factores:
- La genética. Si bien no se ha demostrado que ningún gen específico cause directamente el TLP, los estudios en gemelos sugieren que esta enfermedad tiene fuertes vínculos hereditarios. El TLP es aproximadamente cinco veces más común entre las personas que tienen un familiar de primer grado con el trastorno.
- Los factores ambientales. Las personas que experimentan acontecimientos traumáticos en su vida, tales como abuso físico o sexual durante la infancia o negligencia y separación de los padres, tienen mayor riesgo de desarrollar TLP.
- La función del cerebro. La forma en la que funciona el cerebro es a menudo diferente en las personas con TLP, lo que sugiere que existe una base neurológica para algunos de los síntomas. Específicamente, las porciones del cerebro que controlan las emociones y la toma de decisiones / juicio pueden no comunicarse bien entre sí.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas del trastorno límite de la personalidad pueden incluir;
- Esfuerzos frenéticos para evitar ser abandonados por amigos y familiares.
- Relaciones interpersonales inestables que alertan entre la idealización- “¡Estoy tan enamorado! – y la devaluación – “la odio”. Eso también se conoce como “escisión”.
- Autoimagen distorsionada e inestable, que afecta al estado de ánimo, valores, opiniones, metas y relaciones.
- Conductas impulsivas que pueden tener resultados peligrosos, tales como gasto excesivo, sexo no seguro, abuso de sustancias o conducción temeraria.
- Comportamiento suicida y automutilación.
- Períodos de intenso estado de ánimo depresivo, irritabilidad o ansiedad que duran unas pocas horas o unos pocos días.
- Sentimientos crónicos de aburrimiento o vacío.
- Ira inapropiada, intensa o incontrolable, a menudo seguido de vergüenza y culpa.
- Síntomas disociativos: desconectarse de los pensamientos o sentimiento de identidad, o tener sensación de estar “fuera del cuerpo”, e ideación paranoide relacionada con el estrés. Los casos graves de estrés también pueden provocar episodios psicóticos breves.
El trastorno límite de la personalidad se caracteriza en última instancia por la agitación emocional que provoca. Las personas con TLP sienten las emociones intensamente y durante largos períodos de tiempo, y es más difícil para ellos volver a una base estable después de un episodio emocionalmente intenso. Las amenazas y los intentos de suicidio son muy comunes en personas con TLP. Actos de automutilación, como cortarse o quemarse son comunes.
¿Cuál es el diagnóstico?
No existe ninguna prueba médica para diagnosticar el TLP, y un diagnóstico no se basa en un síntoma. El TLP debe ser diagnosticado por un profesional de la salud mental tras una entrevista psiquiátrica minuciosa, puede incluir hablar con profesionales previos, evaluaciones médicas y, cuando sea apropiado, entrevistas con amigos y familiares. Para llegar al diagnosticado del TLP se deben cumplir al menos 5 de los 9 síntomas indicados anteriormente.
¿Cuál es el tratamiento?
Un plan de tratamiento típico y completo incluye psicoterapia, medicación y apoyo familiar.
Psicoterapia
La psicoterapia es la piedra angular para el tratamiento de una persona con TLP. Además de la terapia dialéctica conductual, que fue creada específicamente para el tratamiento del TLP, existen otros tipos de psicoterapia que son eficaces.
- La terapia dialéctica conductual (TDC, DBT en inglés) se centra en la enseñanza de habilidades de afrontamiento para combatir impulsos destructivos, regular las emociones y mejorar las relaciones mientras añaden validación. Incluyendo trabajo individual y de grupo, la TDC fomenta la práctica de técnicas de mindfulness. Se ha demostrado que la TDC es eficaz para reducir el comportamiento suicida, la hospitalización psiquiátrica, el abandono del tratamiento, el abuso de sustancias, la ira y las dificultades interpersonales.
- La terapia cognitiva conductual (TCC) ayuda a cambiar el pensamiento negativo y el comportamiento asociado al TLP. El objetivo de esta terapia es reconocer pensamientos negativos y enseñar estrategias de afrontamiento.
- La terapia basada en la mentalización (MBT)es un enfoque terapéutico desarrollado por Fonagy y Bateman. La capacidad de mentalizar es el proceso mediante el cual entendemos la propia mente y la de otros, a partir de estados mentales (intenciones, sentimientos, pensamientos, deseos y creencias) con la finalidad de dar sentido a las emociones y sentimientos. La terapia basada en la mentalización persigue entender mejor las propias emociones y las de los demás. A través de esta mayor conexión entre sentimientos y pensamientos se consigue un comportamiento propio más adecuado así como unas relaciones más satisfactorias con los demás.
Medicación
No existe medicación específica para el tratamiento de síntomas como el vacío, el abandono y la alteración de la identidad, pero puede ser útil para el tratamiento de otros síntomas como la ira, la depresión y la ansiedad. Esta medicación puede incluir estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos, antidepresivos, y ansiolíticos.
Hospitalización
Cuando la psicoterapia y la medicación no son suficientes, puede ser necesaria la hospitalización. Un hospital puede proporcionar un ambiente seguro para una persona con TLP que se autolesiona o tiene pensamientos suicidas.
Comorbilidad
Una persona con TLP puede tener trastornos adicionales que deben tratarse conjuntamente, como pueden ser:
- Trastornos de ansiedad, como el trastorno por estrés postraumático.
- Trastorno bipolar.
- Depresión.
- Trastornos de alimentación, especialmente bulimia nerviosa.
- Otros trastornos de la personalidad.
- Abuso de sustancias.
TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO
¿Qué es el TOC – trastorno obsesivo compulsivo?
El trastorno obsesivo-compulsivo incluye pensamientos ansiosos o rituales que se cree no poder controlar. Si padece este trastorno puede encontrarse atrapado por imágenes o pensamientos persistentes y no deseados o por la urgente necesidad de realizar ciertos rituales.
Es posible que la persona se obsesione por los gérmenes o la suciedad, por lo que lavará sus manos una y otra vez; o sentirse lleno de dudas y necesite verificar las cosas repetidas veces. También son posibles pensamientos frecuentes de violencia y miedo a herir a personas cercanas. Puede pasarse mucho tiempo tocando o contando cosas o sentirse preocupado por el orden y la simetría, incluso pueden sobrevenir pensamientos de realización de actos sexuales que le resulten repugnantes o ser atacado por pensamientos que van en contra de sus creencias religiosas.
Estas imágenes o pensamientos se denominan obsesiones y los rituales que se realizan para tratar de prevenir o zafarse de ellos, compulsiones. No existe placer alguno en la realización de estos rituales, sólo un breve alivio de la ansiedad que crece cuando no se llevan a cabo.
“No podía hacer nada sin rituales e invadían cada aspecto de mi vida. La necesidad de contarlo se había apoderado de mí. Debía lavarme la cabeza tres veces seguidas en lugar de una porque tres era un número de buena suerte y el uno, no. No podía leer a la velocidad normal ya que tenía que contar las líneas de cada párrafo. Cuando conectaba la alarma por las noches, debía fijarla en un número que sumandos no diera un “mal” número.
“El acto de vestirme por las mañanas también era duro ya que tenía una rutina y si no la seguía, me ponía ansioso y debía volver a vestirme. Temía que de no hacerlo así, mis padres iban a morir. Tenía el pensamiento terrible de que iba a herir a mis padres; era completamente irracional pero ello generaba más ansiedad y más comportamiento sin sentido. El tiempo que invertía en rituales, me impedía hacer muchas cosas importantes para mí. Sabía que los rituales no tenían ningún sentido y me avergonzaba de ellos pero no podía controlarlos a pesar de la terapia”.
Muchísimas personas sanas quizá se identifiquen con alguno de los síntomas relatados anteriormente, como comprobar el horno varias veces antes de irse de casa. Pero para las personas afectadas con el trastorno obsesivo-compulsivo, dichas actividades ocupan por lo menos una hora al día, son muy estresantes e interfieren con la vida diaria del individuo.
La mayoría de adultos con estos trastornos reconocen que su actitud no tiene sentido, aunque no pueden parar de hacerlo. Algunas personas, sin embargo, particularmente niños, pueden no darse cuenta de que su comportamiento no es común.
Los trastornos obsesivo-compulsivos afectan alrededor de 3,3 millones de adultos americanos y se presenta por igual en hombres y mujeres; por lo general aparece en la niñez, adolescencia y en los primeros años de la madurez. Un tercio de los adultos con este trastorno informan haber tenido sus primeros síntomas cuando eran niños. El curso de la enfermedad es variable –los síntomas se pueden presentar y después marcharse, pueden disminuir a través de los años o pueden agravarse. La investigación sugiere que este trastorno podría presentarse en la familia.
Fuentes:
- NIMH (Instituto Nacional de la Salud Mental)
- DSM- IV (Asociación Americana de Psiquiatría)
- CIE -10 (Organización Mundial de la Salud)
- ACTAD (Asociación Catalana para el Tratamiento de Ansiedad y Depresión)