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Janssen-Cilag S.A    09/01/2018

Algunos mitos sobre la esquizofrenia

mitos sobre la esquizofrenia

El primero de ellos es el referido a su nombre. La enfermedad fue denominada por Emil Kraepelin “Demencia Precoz” y, posteriormente, Engen Bleuler propuso el término de “Esquizofrenia” que ha perdurado hasta nuestros días.

Siempre se ha creído, erróneamente, que el término esquizofrenia significa “doble personalidad”; el significado correcto de la palabra es “personalidad escindida”, que no es lo mismo; pero puede dar lugar a malentendidos.
En Psiquiatría si existe un trastorno específico y muy raro llamado “personalidad múltiple” (actualmente denominado Trastorno de Personalidad Disociativo), que no tiene nada que ver con la esquizofrenia.
Otra creencia generalizada y falsa es el pensar que las personas aquejadas de esquizofrenia son violentas. Aunque en el contexto de un episodio psicótico pueden mostrar conductas violentas, ello no justifica la idea de que son peligrosos (algunos estudios destacan que el riesgo de cometer actos violentos por parte de una persona con esquizofrenia es el doble con respecto a una persona “sana”).
Otro mito erróneo sobre la esquizofrenia es la idea de que es una enfermedad incurable, frente a la que poco podemos hacer. ¡Falso! Desde la introducción de los primeros antipsicóticos en la década de los 50 del siglo pasado, la evolución de las personas con esquizofrenia ha ido mejorando progresivamente.  Prácticamente la casi totalidad pueden ser tratados ambulatoriamente con ocasionales ingresos breves en unidades de agudos. Los fármacos cada vez se toleran mejor, lo que favorece que las personas que padecen de psicosis cumplan correctamente con las pautas indicadas. Han pasado a la historia los internamientos de por vida en Hospitales Psiquiátricos cuando no había tratamientos eficaces.
De manera resumida se podría aplicar a la evolución de las personas con esquizofrenia la regla de los tres tercios: Un tercio de las personas que padecen de trastornos psicóticos tendrán una evolución buena, con mínima incidencia en su estilo de vida. Otro tercio tendrán evolución oscilante con temporadas de estabilidad y otras en que precisarán ajustes de tratamiento o ingresos hospitalarios. Por último, otro tercio tendrá una mala evolución, con descompensaciones e ingresos frecuentes, así como una mayor limitación para el desarrollo de una vida autónoma.